A mí no me sacan de acá ni con grúa. Que voy a ir a ese otro mundo si de entrada se descargan los nervios pegándote un chirlo, y dicen que es por tu bien. Al poquito tiempo te llenan de agua mientras te protegen del frío, y encima celebran semejante incongruencia.
Después te encierran en una jaula, y evitan por todos los medios que tomes contacto con la vida, el sol, el aire, etc. Cuando por fin podes moverte y hacer cosas, primero te alientan y después ¡te reprimen!, que eso no se toca, nene no hagas eso. Finalmente logras comunicarte usando las mismas palabras que el resto, y te retan, que no se dicen esas cosas e incongruencias por el estilo. Quién los entiende.
Cuando has crecido un poco como todo el mundo está ocupado te ponen en una especie de banco de chicos, lo llaman guardería, y esperan que ganes intereses en forma de altura y edad. Una vez que ganaste suficientes intereses te ponen en una especie de tritura-demuele-estruja-destruye-cerebros llamado escuela. Donde cuando tratas de salirte un poquito de la rutina, te retan, te mandan a la dirección y varios castigos por el estilo; y para completarla dicen que la educación es libre. ¿Libre? Ja. Bueno terminaste por fin la escuela, te crees que zafaste. ¡Minga! Porque tendrás la fiesta peero, ahicito nomás te ponen en el pica-aprieta-muele-cerebros denominado secundario, de secundar: seguir con la labor del anterior. Es decir te reprimen tu creatividad, tu personalidad, y a cambio te enseñan el modo occidental y cristiano de vida—es decir, ganar guita sin espacio para artes o ciencias. Deci que de 400 profes en una de esas tenes suerte y te toca uno que te hace pensar, pero no cuentes con ello.
Saliste del secundario y viene la facu, lindo la pasas con tus padres que te joden “cuidate de los zurdos”, “ojo, no te metas” y gansadas por el estilo, que a uno le dan ganas de mandarlos a freír churros.
Al final llega la tan esperada vida de adulto pero de nuevo la misma historia, aunque las frases y las acciones varíen un poco. Lo primero que la guita no alcanza, que hay que ajustarse el cinturón. Después los hijos, la vejez, los nietos y otros males por el estilo.
No a mí no me agarran yo me quedo acá tranquilo y piola en el útero. Que salgan los otros. ¡Socorro! Me sacan por el otro lado, desgraciados devuélvanme al útero.
¡¡¡¡Ayyyy!!!!
Córdoba, algún momento entre 1994 y 1995
Sí ya se es viejito, pero vale igual.